domingo, 25 de febrero de 2018

La Máquina de Abrazar



Yo suplicaba que me estimularan con una fuerte presión, sin embargo, yo trataba de soltarme cuando mi tía gorda me abrazaba. En mis dos libros (Grandin y Scariano 1986 y Grandin 1995), yo describo una máquina de abrazar que construí para satisfacer mi apetito por sentirme contenida. Esta máquina fue diseñada de tal manera que yo podría controlar la cantidad y la duración de la presión. Fue construida con espuma de goma y aplica presión sobre una extensa área de mi cuerpo.
Gradualmente yo podía tolerar la máquina abrazándome. La hipersensibilidad de mi sistema nervioso fue reduciéndose lentamente. Un estímulo que alguna vez me había abrumado y me producía aversión, ahora se había convertido en placentero. Luego de usar la máquina pude tolerar a otra persona tocándome. Una explicación parcial para la falta de empatía en autismo puede deberse a una hipersensibilidad del sistema nervioso que priva a un chico autista de recibir la confortable estimulación táctil que se siente al ser abrazado. Yo aprendí cómo tratar a nuestro gato más amablemente después de usar la máquina de abrazar. Yo tuve que reconfortarme a mi misma antes de poder brindar confort al gato. Cuando manejo ganado yo a menudo toco a los animales porque me ayuda a sentir paz y dulzura hacia ellos. Es importante desensibilizar al chico autista para que pueda tolerar el confort del tacto. He descubierto que si uso mi máquina de abrazar regularmente, mejoro las imágenes en mis sueños. Al experimentar el sentimiento de confort de ser sujetado hace que soltarse se vuelva feo o malo.
Varias máquinas de abrazar están ahora en uso en clínicas de integración sensorial en los Estados Unidos. Los terapeutas han descubierto que algunos chicos hiperactivos y autistas aceptan usar inmediatamente la máquina y otros, son tan sobresensitivos al tacto que inicialmente esquivan la máquina y otras actividades que involucren el tacto, como pintar con el dedo o ser frotado con telas de diferentes texturas. Otros chicos sensibles son amablemente alentados a comprometerse en actividades táctiles que ellos inicialmente rechazaban. Una actividad que fuera inicialmente aversiva y abrumadora gradualmente se convierte en placentera. Las actividades que involucran tacto se convierten en placenteras cuando el sistema nervioso se desensibiliza. Por ejemplo, los chicos que no pueden tolerar el cepillado de dientes pueden desensibilizarse amigablemente pasándolo alrededor de la boca.


Texto original:          

My Experiences with Visual Thinking Sensory Problems and Communication Difficulties, by Temple Grandin, Ph.D.
Assistant Professor, Colorado State University.
Fort Collins, Colorado 80523, USA (Updated June 2000)
Traducido por: Dra. Ana María Liberali.