Temple Grandin

¿Quién es Temple Grandin?

Temple Grandin es una mujer norteamericana nacida el 29 de agosto de 1947 en la ciudad de Boston, Massachusettes. Es zoóloga, etóloga, y se  doctoró en Ciencia Animal en la Universidad de Illinois. Actualmente es profesora de Comportamiento Animal en la Universidad Estatal de Colorado y diseñadora de mataderos.
Debido a su condición de autismo, considera que el pensamiento de una persona con esta condición es una especie de apeadero entre el pensamiento animal y el humano. Y esto la ha llevado a realizar experimentación y a profundizar no solo en la etología sino también en la neuropsicología.

Es autora de las siguientes publicaciones:
. The Learning Style of People with Autism: An Autobiography. 1995. En Teaching Children with Autism: Strategies to Enhance Communication and Socializaion, Kathleen Ann Quill;
. Thinking in Pictures: Other Reports from My Life with Autism. 1996.
. Developing Talents: Careers for Individuals with Asperger Syndrome and High-Functioning Autism. 2004.
. Animals in Translation : Using the Mysteries of Autism to Decode Animal Behavior. Con Catherine Johnson. 2005
. The Unwritten Rules of Social Relationships: Decoding Social Mysteries Through the Unique Perspectives of Autism. Con Sean Barron 2005
. The Way I See It: A Personal Look At Autism And Aspergers. 2009.
. Animals Make Us Human: Creating the Best life for Animals. Con Catherine Johnson 2009

El nacimiento de Temple fue normal, pero a los seis meses se manifestó el desapego de su progenitora, cuando su madre empezó a notar que rechazaba los abrazos. Y más adelante se hizo notorio que la niña no soportaba que la tocaran. Pero recién a los tres años los médicos dijeron que tenía daño cerebral.
A los dieciséis años fue a pasar unos días a la granja de ganado de su tío en Arizona. Y allí se fijó en una máquina que se usaba para tranquilizar al ganado cuando venía el veterinario a revisarlos. Se trataba de dos placas metálicas que comprimían a las reses por los lados. La presión suave parecía relajarlas. Entonces pensó en hacer un artilugio semejante para ella: una máquina de dar abrazos. Eso le proporcionaría el estímulo táctil que tanto necesitaba pero que no podía obtener porque no toleraba el contacto físico con las personas.
Poco tiempo después entró en una escuela especial para niños con problemas emocionales, y sus profesores la animaron a que construyera la máquina. La máquina permitiría a la persona que la usara controlar la duración y la intensidad del abrazo mecánico. Así Temple realizó experimentos que la animaron a matricularse en la universidad. Y la máquina, a la vez, se convirtió en su propia terapia. La ayudaba a relajarse y le sirvió para empezar a sentir cierta empatía hacia los demás. Hoy hay clínicas para tratamiento de niños autistas que utilizan la máquina inventada por Temple.
Decidió estudiar psicología y especializarse en comportamiento animal dada su estrecha relación con los aninales, ya que durante la adolescencia parte de la terapia pasaba por montar y cuidar caballos. Ella en esa época descubrió que ellos también tenían problemas emocionales, lo que la inspiró a dedicar su vida a la mejora del bienestar animal.
Temple Grandin hoy en día es una referencia tanto entre la comunidad autista como entre quienes trabajan en pos de una mejor calidad de vida para los animales.
Sus escritos constituyen las primeras narraciones sobre el autismo contado desde adentro. Hasta entonces, tanto médicos como familiares de personas con autismo habían creido que dentro del pensamiento de una persona con autismo, no había nada. La autobiografía de Temple asombró al mundo.
En 2010, la cadena de televisión estadounidense HBO estrenó una película biográfica basada en ella, protagonizada por Claire Danes y titulada simplemete "Temple Grandin".



Sensibilidad Sonora y Visual


Por Temple Grandin


Mi oído es como tener un amplificador de sonido puesto al máximo de volumen. Mis oídos son como un micrófono que recibe y amplifica el sonido. Yo tengo dos opciones: 1) Abrir mis oídos e inundarme de sonido; ó 2) Cerrar mis oídos.
Mi madre me decía que a veces yo actuaba como si fuera sordo, pero los tests de audición indicaban que mi oído era normal. Yo no puedo modular el ingreso de la estimulación auditiva. Descubrí que podía evitar dolorosos sonidos empleando conductas autísticas estereotipadas. A veces yo perdía el tono. Por ejemplo, yo estaba escuchando una canción favorita en la radio del auto y luego, más tarde, me daba cuenta de que había perdido tonos y por ende, la mitad de la canción. En el colegio yo tenía que tomar notas constantemente para prevenir perder sonidos.
Yo estaba imposibilitado de conversar por teléfono en una ruidosa oficina o en un aeropuerto. Otra gente puede usar los teléfonos en un ruidoso aeropuerto, pero yo no puedo. Si trato de ocultar el ruido de fondo, también tapo la voz del teléfono. Los autistas con problemas más severos de procesamiento auditivo están imposibilitados de escuchar una conversación en un lobby de un hotel relativamente tranquilo.
Las personas con autismo deben ser protegidas de los ruidos que dañan sus oídos. Los ruidos fuertes repentinos hieren sus oídos como el torno de un dentista tocando un nervio. Un agraciado hombre autista de Portugal escribió: “Se me ponía la piel de gallina cuando un animal hacía ruidos”. Un chico autista cubrirá sus oídos porque ciertamente los sonidos los lastiman, aunque parezca una reacción alarmante excesiva. Un sonido repentino (igualmente si es débil), a menudo me produce palpitaciones.
Aún me disgustan los lugares con muchos ruidos diferentes, como un shopping o un estadio. El ruido continuo en alto tono, como el extractor de aire de un baño o un secador de pelo, me producen molestias. Yo puedo tapar mis oídos y evitar la mayoría de los ruidos, pero no así ciertas frecuencias. Es imposible para un chico autista concentrarse en un salón de clase si está bombardeado por ruidos que atraviesan su cerebro como una locomotora a gran velocidad. Los tonos altos y los ruidos agudos son los peores. Un ruido bajo sordo y prolongado no me afecta, pero un petardo explotando afecta mis oídos. Cuando era chico, mi institutriz usaba un chasquido para castigarme. De repente, un fuerte ruido era una tortura.
El miedo a un ruido que lastime los oídos es, a menudo, la causa de muchas malas conductas y berrinches. Algunos chicos autistas intentarán romper el teléfono porque temen que suene. Muchas malas conductas son producidas debido a la anticipación de estar sujeto a un ruido doloroso. Las malas conductas pueden producirse horas antes de un ruido. Los ruidos comunes que causan disconfort en muchos autistas son: campanas de escuela, alarmas, el zumbido de la tabla de rendimiento en un gimnasio, el chillido de un micrófono y las sillas arañando el piso. Cuando yo era chico, yo le tenía miedo al “ferry boat” que tomábamos para ir a nuestra casa de vacaciones. Cuando la bocina del barco sonaba, yo me tiraba al piso y gritaba. Los chicos y adultos autistas tememos a los perros y los bebés. Ellos son impredecibles, y pueden hacer un ruido hiriente sin aviso.
Los chicos y los adultos con problemas de sensibilidad extrema al sonido pueden ser atraídos por estímulos sonoros y visuales que más severamente los chicos perjudicados tienden a evitar. A mí me gustaba el sonido del fluir del agua y disfrutaba vertiendo agua una y otra vez entre latas de jugo de naranja; por el contrario, otro chico puede evitar el sonido del agua fluyendo. A mí me gustaba la estimulación visual del control automático de las puertas corredizas, mientras que por el contrario, otro chico podría correr y gritar cuando ve una puerta automática. El fuerte ruido de una aspiradora puede causar temor en un chico autista y puede ser una placentera fijación para otro chico. Cuando yo miraba las puertas moviéndose, yo sentía el mismo sentimiento de placer que usualmente ocurría cuando me balanceaba o tenía otra conducta estereotipada autista. Algunos individuos autistas pueden ver el fluctuar de las luces fluorescentes. Coleman et al demostraron que las luces fluorescentes incrementan conductas repetitivas en algunos chicos autistas.


Experiencias Táctiles

Durante mis viajes a muchas conferencias sobre autismo, varios padres me han consultado sobre si es beneficiosa la terapia de “sujeción o abrazo”. No es la “cura” lo que se propone, pero tiene una influencia benéfica en algunos niños. En mi opinión, los beneficios de una terapia de sujeción podrían obtenerse a través de métodos menos estresantes. Yo me relajaba cuando veía en el show de la BBC “La Visita”, y me ponía contenta si no tenía que soportar la sujeción forzada. Fisher (1989) describe un suave acercamiento a la sujeción que trabajó con su hija.
Otra madre me dijo que ella gentilmente alentaba a su chico hasta que tolerara más y más sujeción, y él respondía con creciente afecto y mejoraba el contacto visual. Powers y Thorworth (1985) encontraron que el contacto visual y el interés por la gente mejoraba después de usar un proceder amable. En un caso, un joven muchacho fue sujetado en un suave abrazo hasta que el llanto disminuyera. Tan pronto como el llanto se reducía, el muchacho era soltado. Gradualmente, la cantidad de tiempo de sujeción era incrementada. Yo creo que los efectos benéficos del abrazo en algunos chicos se deben a la desensibilización al tacto del sistema nervioso del autista. Es un proceso sensorial fisiológico que no tiene nada que ver con los lazos maternos o iras. Yo estoy completamente en desacuerdo con Welch (1983) quien afirma que el chico va a volverse severamente desgraciado al hacerse efectiva la sujeción. Los problemas sensoriales del autismo son, a menudo, poco notorios. Mucha gente autista tiene alta sensibilidad a ambos: sonido y tacto. Los chicos autistas tienen problemas de modulación sensorial (Ornitz; 1985).



Texto original tomado de www.autism.org
My Experiences with Visual Thinking Sensory Problems and Communication Difficulties, by Temple Grandin, Ph.D.
Assistant Professor, Colorado State University. Fort Collins, Colorado 80523, USA (Updated June 2000)
Traducido por: Lic. Ana María Liberali.



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